Nada en el mundo tiene un significado absoluto, lo que hace que el mundo pueda ser confuso y estresante para las personas autistas.

Esto también se aplica a la comunicación que utilicemos para comunicarnos con otra persona (lenguaje hablado, escrito, gestos, imágenes, incluso objetos), cualquier herramienta de comunicación es intrínsecamente ambigua y confusa.

La consecuencia es obvia: en la comunicación con personas autistas, los malentendidos mutuos son más la norma que la excepción. La persona autista puede tener desafíos para predecir lo que otras personas van a decir o hacer, y por tanto no entender bien lo que la gente quiere decir. Del mismo modo, las personas no autistas tienen dificultades para entender lo que una persona autista intenta decirles.

Para maximizar el entendimiento mutuo, debemos esforzarnos por lograr una comunicación que tenga en cuenta el autismo. Esbozaremos las bases de esta comunicación adaptada al autismo, con ejemplos de cómo hacer que la comunicación sea más respetuosa y efectiva.