¿Que principios seguimos? FILOSOFÍA

Creemos en el potencial de cada persona y en el derecho a SER para poder construir. Es por esto que nos basamos en los principios de la Neuroeducación, la Inclusión y de la Disciplina Positiva.

¿Que aporta la neuroeducación?

La neuroeducación es la ciencia encargada de estudiar y explicar cómo aprende el cerebro de un niño/a y cual debería ser, por tanto, los principios a seguir como docentes y/o principales cuidadores.

Factores facilitadores del aprendizaje:

  • “Solo se aprende aquello que se ama” (Francisco Mora). La motivación intrínseca es fundamental para que ocurran aprendizajes significativos.
  • Existen periodos críticos para determinados aprendizajes.
  • Aprendemos mejor cuando practicamos en diferentes contextos, favoreciendo así la mielinización de las conexiones neuronales.
  • La actitud del adulto que va a guiar el aprendizaje del niño debe ser de respeto y empatía.
  • Es necesario atender a la capacidad atencional del niño/a según ritmo y su edad haciendo que conecte con sus necesidades y permitiendo el movimiento.

“En una verdadera Escuela con Cerebro y con Corazón todos los niños y adolescentes son bienvenidos y aprenden juntos siendo diferentes. La neuroeducación constituye una nueva mirada, flexible, positiva, optimista, porque está en consonancia con diversas metodologías de aprendizaje activo y porque fomenta el desarrollo de competencias para la vida; o, mejor dicho, es la propia vida.” Jesús Guillén.

La inclusión: un derecho.

Una sociedad neurodiversa implica poder estar presentes, participar y aprender sea cual sea nuestra condición. Para ello debemos conocer las herramientas de las que disponemos desde la neurociencia y la educación para acercarnos a una escuela que ofrezca oportunidades para todos/as creando entornos de aprendizaje que ofrezcan soluciones a las necesidades de TODO el alumnado.

“Cuando las dificultades educativas se atribuyen a los déficits del alumnado, lo que ocurre es que dejan de considerarse las barreras para el aprendizaje y la participación que existen en todos los niveles de nuestros sistemas educativos y se inhiben las innovaciones en la cultura, las políticas y las prácticas escolares que minimizarían las dificultades educativas para todo el alumnado”. (Booth y Ainscow, 2002).

Educar en positivo como elemento de transformación personal y social.

Uno de los principales motores de cambio y de desarrollo que disponen los familiares o principales cuidadores de cualquier niño/a son ellos mismos. La relación del niño con el adulto y el vínculo que éste crea, partiendo de situaciones de interacción social vividas dentro de la cotidianidad, impacta directamente en la manera de desarrollarse como ser humano y en el cerebro. El adulto acompaña y guía al niño/a en su aprendizaje y es quien más oportunidades de aprendizaje puede proporcionar. Para ello, los adultos deben primero de todo ser padres conscientes, conocedores de cómo su forma de actuar genera hábitos de comportamiento en sus hijos/hijas y en segundo lugar, estar dispuestos a acompañar la infancia mediante un clima de respeto, basando su educación en la amabilidad y en la firmeza (principios de la disciplina positiva).

La disciplina positiva pretende ser un puente en el camino a la autodeterminación del individuo que le permita desarrollarse bajo los principios de libertad y de capacidad crítica de pensamiento, sin caer en el autoritarismo ni en la permisividad o sobreprotección.

Crecer como padres o cuidadores es nuestra responsabilidad. Aprender a gestionar nuestras propias emociones para ayudar y enseñar a hacerlo a nuestros hijos es un acto de valentía y amor.