La llegada de un niño/a a la familia con discapacidad supone una nueva situación y un impacto emocional. Cada familia vivirá este cambio de una manera diferente según sus propias características.

Las familias tienen preferencias distintas en cuanto la implicación en el cuidado de sus hijos/as, pero sea cual sea su preferencia, los padres conocen a sus hijos/as mejor de lo que ningún profesional lo hará nunca. Los miembros de la familia son expertos en los temas que afectan a ellos mismos y a su familia.

Habitualmente el impacto del diagnóstico en la familia genera una situación con multitud de sentimientos encontrados, los cuales no siempre son compartidos de la misma forma por todos sus miembros.

La rabia, el dolor, la incertidumbre, el miedo y la desesperación dan paso posteriormente a la lucha, el valor, la fuerza y la seguridad con el único objetivo de conseguir mejorar la calidad de vida de sus hijos/as y por su puesto su felicidad.

En ocasiones en este proceso de aceptación los familiares olvidan que lo más importante que sus hijos pueden conseguir ya lo tienen, pues son sus padres. Es por esto que deben permitirse caer para luego poder levantarse, pues vivir con plena conciencia lo que sienten y exteriorizarlo es la cura del alma.

 

Hoy me permito…

 Hoy me permito tirar la toalla

Hoy me permito llorar sin descanso

Hoy me permito pensar que nada saldrá bien

Hoy me permito sentirme culpable

Hoy me permito sentir rabia y enfado

Hoy me permito pensar en

 porque…

Mañana me levantaré y seguiré luchando

Mañana sonreiré nada más verte

Mañana todo saldrá bien

Mañana no habrán culpables

Mañana buscaré la alegría y la tranquilidad

Mañana pensaré en TI

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Hoy me permito…

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