¿Por qué lxs niñxs tienen rabietas?

Las “rabietas”  o “problemas de conducta” como suele llamarse de forma cotidiana, son manifestaciones conductuales en forma de llanto, gritos, patadas, golpes… que pueden darse de forma aislada o en cadena y que siempre vienen acompañadas de sentimientos de enfado, frustración, tristeza, rabia, y/o vergüenza entre otros.

El comportamiento del niño/a siempre ocurre en interacción con otra persona. Los niños/as deciden sobre sí mismos y sobre cómo comportarse a partir de cómo se sienten en relación con la persona que se están relacionando y de cómo creen que la otra persona “les ve”. Los niños/as tienen un cerebro en crecimiento que constantemente establece creencias sobre sí mismos, sobre el mundo, y sobre lo que necesitan para desarrollarse.

Toda conducta tiene una finalidad. El principal objetivo de un niño/a es sentirse importante y tenido en cuenta. En todos los niños/as. Por ello, cuando un niño/a no se siente importante tiene una creencia errónea sobre cómo lograrlo, y es cuando viene lo que nosotros, los adultos, catalogamos como “portarse mal”. Hay que tener en cuenta que muchas veces queremos niños/as obedientes, que hagan caso a la primera y que no cuestionen nuestras normas y mandatos, pero ¿estamos educando o adiestrando?

Todos los padres quieren que sus hijos/as de adultos sean asertivos, independientes, con voluntad y con opinión crítica, sin embargo, mientras crecen esperan que se comporten de forma pasiva, obediente y flexible.

Las «rabietas» en el Autismo

Los padres y familiares de niños y niñas (con) Autismo se enfrentan a menudo a un número mayor de rabietas y además las conductas observadas pueden ser de mayor intensidad.

¿Por qué ocurre esto?. Es importante resaltar que el Autismo en sí, no conlleva problemas de conducta. Es decir, no existen las “crisis del autismo” como un síntoma asociado a la condición. Sin embargo, es cierto, que las barreras a las que se enfrentan día a día las personas autistas, unido a la escasa comprensión sobre sus necesidades tanto en el entorno familiar, como en el entorno escolar y social, hacen más habituales las «rabietas» , llegando en ocasiones a que la persona (con) Autismo se autoagreda o agreda a otros, explote, entre en sthutdown o meltdown, etc. Siempre, el motivo, será una falta de apoyos y de comprensión hacia la propia persona. Cuanto más grande es el «problema de conducta» mayor es el malestar y sufrimiento de la persona autista y mayores los apoyos que nosotras debemos proporcionar.

Factores que incrementan las «rabietas» en el autismo:

  • Las dificultades en la comunicación exista o no lenguaje: Muchas veces los derechos de los niños/as respecto a la comunicación son vulnerados. Todavía hay muchas personas (con) Autismo que no disponen de Sistemas de Comunicación completos que les permitan alcanzar un adecuado nivel de autodeterminación. Todas las personas tienen derecho a rechazar, pedir, expresar deseos, comentar, negociar, dialogar, hacer bromas, hacer cumplidos… en definitiva a tener VOZ PROPIA y si esto no ocurre será una de las principales causas de ansiedad y angustia en la persona autista.Razones por las que nos comunicamos
  • Una forma diferente de percibir y sentir que les lleva estilos cognitivos y perceptivos diferentes, pudiendo sobrecargarles. Conocer el perfil sensorial de las personas (con) Autismo y respetarlo es crucial para su bienestar.Meltdown y Shutdown
  • Un ambiente poco predecible y desordenado.

    “El contexto es lo que está sucediendo en el entorno, fuera y dentro de nuestro cerebro, e influye en nuestra forma de dar sentido a las cosas. La capacidad de seleccionar elementos en el contexto que sean útiles y significativos y usarlos es tener sensibilidad al contexto. El cerebro humano neurotípico es, inherentemente, sensible al contexto, sin embargo el cerebro Autista no lo es”.

    Peter Vermeulen

    Esto hace que las personas autistas prefieran los ambientes predecibles, estructurados y familiares porque ello les permite tener control sobre el entorno y saber lo que se espera de ellas. Para ellas, cualquier cambio pequeño altera su orden y situaciones habituales para nosotras pueden ser totalmente diferentes para ellas, entre un día y otro, necesitando una explicación de lo que va a pasar.

Para un niño/a (con) Autismo, acudir al colegio un día de Halloween o en Navidad, puede suponer un cambio tan grande como para nosotras levantarnos una mañana en una habitación nueva, con personas desconocidas en una ciudad extraña. Aún así, con un cerebro neurotípico, tendríamos seguramente más habilidades para adaptarnos y buscar soluciones en ese contexto.

Ante esto, ¿qué podemos hacer?

Asegúrate que dispone de un sistema de comunicación que te permita comunicarte con él/ella, que pueda entenderte y tú puedas conocer sus pensamientos y deseos. Adáptate a su código, no uses sólo el lenguaje oral, respeta su ritmo y ofrece explicaciones claras y sencillas que obtengan información concreta.

Conoce cómo siente, qué evita y qué le encanta. Adapta los espacios y rutinas del día a día a su forma de percibir. No obligues nunca a que realice actividades cotidianas como cortar el pelo, lavarse la cabeza, peinarse o llevar chaqueta si no lo tolera. Averigua qué es lo que le hace daño y busca ayuda de un profesional para ir mejorando esa situación desde el respeto. No busques soluciones inmediatas y rápidas, ayúdale a superar sus miedos.

Sigue un orden y una estructura que el niño/a conozca y de la que pueda participar. Las rutinas diarias son una buena manera de dar sentido temporal y de ofrecer anticipación al niño/a. Utiliza apoyos visuales como calendarios, paneles diarios o semanales para que tu hijo/a esté informado de lo que va a pasar. Anticipa las salidas y cambios e intenta no improvisar. (Puedes leer más sobre Ideas para estructurar y gestionar el tiempo en casa en este artículo)

Dictapicto, una app que facilita la accesibilidad  (haz click para leerlo).

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Estos son los aspectos más importantes que incrementan las «rabietas» en el Autismo pero no debemos olvidar, que la manera en la que los familiares abordan dicha situación va a ser fundamental para crear un aprendizaje en el niñx o perpetuar o reforzar una determinada conducta. Por ello, la correcta gestión de las rabietas y cómo nosotras actuamos ante ellas es lo que determinará la intensidad y cantidad de las mismas, de la misma manera que ocurre con cualquier niño/a.

Educar en la amabilidad y la firmeza.

La Disciplina Positiva, pretende dar pautas y estrategias a los padres para que sean capaces de educar en la firmeza y en la amabilidad sin caer en el autoritarismo o en la permisividad. Ambos estilos, autoritario y permisivo llevarán a padres e hijos a conflictos familiares donde todas las partes sufren. La Disciplina Positiva no es una metodología para abordar las rabietas.

Actuar con amabilidad y firmeza no es una estrategia para que los niñxs obedezcan, es el derecho del niñx a un trato digno y a sentirse respetado. La amabilidad hacia ellxs hará que se sientan queridos y les enseñará a tratar a los demás con cariño, siendo más empáticos y colaborativos. La firmeza les aporta seguridad, conocer los límites y normas es algo necesario para todos los niños. Sin embargo, creer que la firmeza implica autoritarismo es un error.

Educar en la amabilidad y la firmeza

Un ejemplo de cómo hablar siendo firme y amable sería:

“Entiendo tu enfado porque quieres que mamá/papá te lea un cuento ahora. Acabo de llegar cansada de trabajar y todavía tengo que cenar. Puedes esperar jugando hasta que pueda estar contigo.”

Mantenerse en la afirmación que hemos dado, comprendiendo y validando la emoción del niño/a hará que se sienta escuchado a la vez que aprenderá a que las necesidades de todos los miembros de la familia son importantes. Una vez hemos dado la directriz, sólo tenemos que aprender a respetar la forma que tenga el niño/a de gestionar la situación, sin incidir en su comportamiento y sólo ofreciendo nuestra ayuda para calmarse. No debemos ceder ni castigar.

En el caso de los padres de niñxs (con) Autismo las pautas serán las mismas, pues tanto ellos como sus hijxs necesitan lo mismo que cualquier otra familia. Muchas veces, por la falta de un sistema de comunicación completo los padres dan órdenes a los niñxs sin explicarles las situaciones, sin validar sus emociones y sin tener en cuenta que tienen derecho a decir NO, de la manera que más fácil les resulte.

La difícil tarea de ser “padres conscientes”

Lxs niñxs criados en hogares con dos progenitores se enfrentan muchas veces no a un estilo de crianza, sino a dos. A menudo cada uno de ellos tiene diferentes prioridades educativas y esto puede ser fuente de conflicto familiar. Por ello, es necesario que los adultos asuman la difícil tarea de llegar a pactos comunes respecto a las normas y hábitos de vida diaria, además de practicar el acto consciente de educar.

“La educación es imprescindible porque, a fin de cuentas, es lo único que podemos hacer para ayudarlos a ser felices”

Jorge Bucay

El adulto acompaña y guía al niño/a en su aprendizaje y es quien más oportunidades de aprendizaje puede proporcionar. Para ello, los adultos deben primero de todo ser padres conscientes, conocedores de cómo su forma de actuar genera hábitos de comportamiento en sus hijos/hijas y en segundo lugar, estar dispuestos a acompañar la infancia mediante un clima de respeto, basando su educación en la amabilidad y en la firmeza, principios de la Disciplina Positiva.

A continuación te ofrecemos unas orientaciones básicas para aplicar siempre ante una situación de conflicto con tu hijo/a (con) Autismo.

    • Adáptate a su código comunicativo en todo momento y asegúrate que entiende lo que está pasando.
    • Haz la norma explícita. Por ejemplo, si el conflicto surge porque no debe trepar por una valla, indícale qué puede hacer y qué no. No te centres únicamente en lo que no puede hacer. O si por ejemplo; no debe correr por la calle, dile que debe ir andando. La información de lo que no podemos hacer no nos indica lo que sí podemos hacer y las personas con autismo tienen mayor dificultad para hacer este tipo de inferencias.
    • Valida sus emociones. Muéstrale que comprendes su enfado, tristeza o rabia y acompáñalo poniéndole nombre a lo que siente y estando a su lado.
    • Conexión antes que corrección: conecta con el/ella, poniéndote a su altura, tocándole antes de corregir el comportamiento.
    • Enfócate en soluciones y no en castigos. Inclúyelos en el proceso de buscar soluciones. Para las personas con Autismo esto puede ser más dirigido. Mostrándole dos opciones y dejando que elija una de ellas.
    • Dale tiempo. Adáptate a su ritmo de procesamiento y no al revés.
    • Ante un error aplica las tres “R”:
      1. Ayúdale a Reconocerlo: “ Vaya, te has olvidado la agenda en clase”.
      2. Reconciliación: “Cuánto debes de sentirlo”.
      3. Resolución: “pensemos juntos qué hacer”.

      Aquí nuevamente habrán niñxs que necesiten que le demos nosotras varias opciones de resolución para que ellxs escojan la mejor. No olvides lo más importante ante un error tuyo, enseña con el ejemplo. Reconocer nuestros errores y pedir disculpas es la mejor manera de enseñar a nuestros hijos/as que de los errores siempre se aprende y que todos nos equivocamos.

Más recursos

Referencias bibliográficas

  • Bucay, J. Y D. (2016). Padres e Hijos. Herramientas para cuidar un vínculo fundamental. RBA Libros.
  • Medina, J. (2013). Viaje al cerebro del niño. Cómo criar a un niño inteligente y feliz. Paidos Editorial.
  • Nelse, J. (2007). Cómo educar con firmeza y cariño. Medici.
  • Vermeulen, P. (2012). Autism as Context Blindness. AAPC Publishing.
  • Web Asociación Disciplina Positiva España:   https://disciplinapositivaespana.com/

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