De la exclusión a la inclusión

La inclusión, como reto educativo y social, es un desafío no solo en nuestro país sino en muchos lugares que creen y abogan por una educación de calidad para todos y por una sociedad igualitaria y justa.

En España llevamos un largo camino recorrido. Pasar de la Exclusión a la Inclusión es un proceso cuanto menos costoso y difícil, e implica una evolución en el propio sentido de la concepción del ser humano.

A lo largo de la historia los sucesos y avances con los que nos encontramos hacen que tengamos que adaptarnos a nuevas situaciones, a nuevas creencias arraigadas en nuestro propio ser. Estos cambios hacen que nos tambaleemos, que revisemos nuestros esquemas y lo más importante, que miremos la realidad que existe más allá de nosotros mismos.

La discapacidad entendida en tiempos romanos era una mostruosidad antinatura. La Inquisición ajustició a criminales, a heterodoxos pensantes, hombres de ciencia y personas con discapacidad, tanto física como mental (pues se achacaba, en no pocas ocasiones la presencia de ciertas discapacidades, a la intervención del diablo). En la India los niños con problemas y los ancianos eran empujados al río Ganges.

En casi todas las épocas de la historia, las personas con discapacidad se han visto a merced de la ética de quienes le rodeaban. Nunca estuvieron en condiciones de decidir por sí mismas, de exigir el más básico de los derechos ni, por supuesto, de llevar una vida que garantizase la mínima dignidad exigible a cualquier otra persona.

El ser humano es un ser Social por naturaleza. Necesitamos pertenecer a un grupo y sentirnos arropados por éste. Dicha pertenencia nos aporta seguridad y hace que desarrollemos una identidad. Y dicho esto… ¿por qué actuamos con rechazo y exclusión ante nuestro grupo de iguales?

La mente humana busca respuestas a lo desconocido en base a sus propios conocimientos. Aquello que no sabemos explicar y escapa de nuestra razón es considerado “anormal” y rechazado por el Hombre. Provoca en nosotros una incoherencia, un temor al que respondemos con rechazo. Ésta forma de respuesta innata en nosotros no ha cambiado. Por contra, tenemos una mayor información de todo lo que nos rodea y en concreto de qué es la discapacidad. En la actualidad atribuir una posesión endemoniada a una persona diferente es impensable. Aceptamos que es una condición. Que ninguno de nosotros somos iguales. Que la diferencia y la diversidad, cultural, racial, religiosa… es una riqueza de la que todos salimos beneficiados.

Reconstruir nuevos esquemas de valores y reciclar nuestros pensamientos es tarea de valientes y señal de inteligencia. Actuar en consecuencia y propiciar la mejora de toda la sociedad es ser fiel a uno mismo.

La Inclusión Educativa

La inclusión no es una cuestión de discapacidad, es una cuestión de aceptación y respeto más allá de nosotros mismos. Educar en este sentido es la clave para que la inclusión sea una realidad. El camino a recorrer es largo y dificultoso pero debemos empezar por exigir buenas prácticas y defender la educación para todos.

Los centros educativos tienen como último fin dotar a los alumnos/as de las competencias necesarias para desarrollar una vida óptima y satisfactoria ofreciendo una formación integral de la persona. De TODAS las personas.

Debemos educar en el respeto a la diversidad. La diversidad no beneficia únicamente al alumno diferente, sino a todos los alumnos. El sentido de la responsabilidad no se impone ni se enseña, asumimos responsabilidades y por tanto aprendemos a serlo. Del mismo modo, compartiendo espacios donde la diversidad convive día tras día aprendemos a ser tolerantes, empáticos y sensibles… en definitiva nos Humanizamos.

En estos tiempos donde se fomenta la competitividad y el individualismo, las personas con Autismo quedan excluidas de toda posibilidad de socialización, aún más si cabe, precisamente porque el resto de la población no sabe que es eso del autismo…

En las escuelas se saca del aula al niño/a que tiene dificultades en su aprendizaje y se disfraza bajo el término “Refuerzo o Apoyo”. Esto señores, recibe otro término y es EXCLUSIÓN.

El problema no es que ellos necesiten otra forma de educación o que no tengan las capacidades para seguir el ritmo de la clase, simplemente su forma de aprender es algo diferente. Esto pone de manifiesto que el problema no está en el niño/a, sino en las estrategias que el maestro/a tenga para enseñar y por supuesto del modelo educativo.

¿Quién dice que el docente es el único que puede ofrecer algo a sus alumnos/as?¿Quién mejor que un compañero/a de la misma clase para ayudar al alumno/a con necesidades especiales?

Es sabido, que los alumnos/as que tengan compañeros diferentes a los que ayudar se beneficiarán de aprendizajes vitales que le dotarán de estrategias durante toda su vida y que muy difícilmente podrán adquirir si no es a través de practicas inclusivas.

Escuchar términos en el contexto escolar como “éxito”, “fracaso” o “productividad” me llevan a la siguiente reflexión:

¿Nuestros hijos/as acuden a las aulas de centros educativos o a fábricas en tiempos de la Revolución Industrial?

Aboguemos por una educación equitativa e igualitaria donde las palabras más escuchadas sean, “Tolerancia”, “Respeto”, y “Diversidad”. Porque la diferencia es bella y nos engrandece y porque es un derecho por el que todos y todas, sobretodo los maestros/as, debemos luchar.

Ana de Ramón Bellver

El Reto por la Inclusión

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